LOS MODALES DE LA DEPENDENCIA
El sistema de poder, desde las corporaciones que lo conforman y a través de sus voceros, ha instalado que los “buenos modales” son casi un sinónimo de democracia. O tal vez, su principal ingrediente.
Esta construcción mediática les es útil para estigmatizar a todos aquellos y aquellas que no observan “las formas” que ellos han instituido como “buenos modales”.
La caracterización de esos “buenos modales” no tiene que ver, sólo, con la forma de comportarse en público, de hablar y/o gesticular. Sino que además el aspecto físico y la vestimenta, aportan a esa nada casual conceptualización.
Es así, como todos aquellos y aquellas que se expresan de manera vehemente y a la vez en contra de cualquiera de los representantes del sistema de poder son tildados de “crispados” “intolerantes” “mal educados” “violentos” y otros epítetos semejantes. No son catalogados de la misma manera quienes utilizan la misma vehemencia, pero a favor del sistema de poder.
Lo mismo sucede con quienes visten sus impecables trajes y/o sacos y corbata en contraposición con quienes se visten con sus humildes ropas.
Salvo, que los “mal vestidos” repitan a modo de opinión, los zócalos de la cadena nacional privada de medios.
De otra manera los “mal vestidos”, son, casi, casi, peligrosos delincuentes de quienes debemos cuidarnos “las buenas gentes”.
Basta con recordar la publicidad de la puerta blindada ¿quién es el que la quiere violar? Por supuesto un “un negro, feo y mal vestido”.
Otro ejemplo, lo dio en la legislatura de la ciudad de buenos aires, Cristian Ritondo, cuando señalando al colega Francisco Nenna y pidiendo a las cámaras de TV que lo enfoquen dijo “alguien puede ser docente con esa cara”. En una nefasta muestra de discriminación y bajeza.
Pero, esto es consecuencia de cómo los medios hegemónicos han “formateado” nuestras conciencias.
Para desarticular ese reflejo condicionado de asociar aspecto con decencia o ausencia de ella, basta con mirar a todos y cada uno de los presidentes del FMI que han pasado por esa función y nos han esquilmado hasta Mayo de 2003, con la anuencia y complicidad de muchos “bien vestidos” y de “buenos modales” locales. Así como tantos otros ladrones de guante blanco y corbatas vistosas.
Este es uno de los tantos aspectos culturales que debemos modificar en este camino que hemos iniciado hacia una sociedad más igualitaria, solidaria y más justa.
No tenemos que olvidar que el sistema que nos oprime y nos sumió en la dependencia cultural y económica, es el que pretende decirnos qué, y cómo pensar. El mismo que decide por nosotros qué mostrarnos de la realidad y qué ocultarnos. El mismo que fue socio y cómplice de la genocida dictadura cívica, militar y mediática. El mismo que silencia en defensa propia, la apropiación de dos posibles hijos de desaparecidos.
Por eso, esta lucha de liberación nacional que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no será fácil.
Pero estamos decididos a ser libres.
Daniel Mojica
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