CARANCHOS MEDIATICOS. UN CARTEL SIN ESCRUPULOS
Puede llegar a comprenderse, sin por eso justificar, que los medios periodísticos tengan una postura crítica hacia algún gobierno. Hasta puede llegar a entenderse que en defensa de sus intereses y privilegios critiquen más de lo usual. Nunca se pueden justificar las injurias y los insultos. En este último segmento se incluyen a los periodistas, que disfrazados de “independientes” asumen la defensa del medio en el que trabajan, ya sea por convicción o por dinero.
Lo que no se puede comprender ni justificar, ya hablando de los periodistas, y no de la corporación en la que prestan servicios, es cuando rompen el contrato de ética o de confianza con el lector, en cuanto a la veracidad de lo que informan. Es un divorcio que denigra la profesión porque ¿Cuál es el lugar que le cabe a un periodista que no es creíble, que no es confiable?
Tal vez sólo ser un sofisticado hacedor o sostenedor de “operaciones mediáticas” que buscan socavar la gobernabilidad de un gobierno democrático. Además de poner en duda las reglas mismas de la democracia. Avalando y sosteniendo denuncias falaces, que en tiempos ya superados, generaban derrocamientos de gobiernos elegidos por el pueblo. Simplemente porque a las corporaciones que detentaban un poder casi omnímodo, no le gustaban las medidas tomadas.
Estamos pues, en estas instancias, en las que el Cártel Clarín y sus repetidoras mediáticas, ignorando la realidad, intentan construir la que mejor les conviene a sus privilegios. Sin importarles en lo más mínimo, arrasar con todos los límites de la ética, la decencia y la honestidad moral e intelectual. Los “periodistas independientes” y los comunicadores sociales a sueldo de esta corporación mediático-destituyente militan en esa faena.
El más acabado ejemplo de que carecen de los mínimos escrúpulos, o conciencia humana es el manejo rastrero, la manipulación inoculadora de odio, que han hecho con el reciente crimen de una criatura inocente.
Con un afán mezquino de utilización política y de direccionar el genuino dolor hacia la agitación social, con una subliminal incitación a la violencia.
En el contexto de una sociedad que ha dado sobradas muestras de solidaridad y respeto. Una sociedad que ha sabido expresar masivamente su alegría en un marco de sereno festejo, como lo han demostrado la celebración del bicentenario y la masiva participación en Tecnópolis.
Como los “periodistas independientes” y los comunicadores del Cártel mediático-destituyente no han logrado quebrar el clima de armonía social, en parte logrado por la buena economía, en parte por la recuperación de la autoestima como sociedad, ahora apelan a figuras emblemáticas de la TV y el cine, de conocida simpatía y reconocimiento ciudadano ¿para qué?
Para tratar de utilizar el brutal crimen cometido, como arma política en contra de las autoridades legitimadas el 14/8.
Cuando pensábamos que ya no quedaban bajezas por cometer, nos vuelven a sorprender.
Por suerte, los actores que de manera voluntaria y manifestando una vez más su compromiso social y solidario se han percatado de esta sucia manipulación.
Mientras la mayoría de la Nación crece, se desarrolla y festeja ese acontecimiento cada vez que se presenta la ocasión, estos caranchos mediáticos siguen rebuscando carroña, que ya parece que es lo único que los alimenta.
Daniel Mojica
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