“A quien va usted a creer?, ¿a mi, o a sus propios ojos?” (Groucho Marx)
Esta frase del inefable e inteligente cómico, parece haber sido escrita para ilustrar cada una de las coberturas mediáticas del Cártel Clarín. En las páginas manchadas con la sangre de 30 mil compañeros y en las pantallas que han logrado salpicar, con denodado entusiasmo quienes día a día responden a, y defienden los intereses de, un sistema de poder que no escatimó en métodos para someter a toda la sociedad a la degradación más infame de la que se tenga memoria.
Estos manipuladores profesionales, en algunos casos, no les ha importado dilapidar una trayectoria tal vez más cristalina, en otros casos han seguido la misma línea de conducta con la que defendían el genocidio que se estaba cometiendo. Hoy se muestran “…en el mismo lodo, todos manoseaos…”
Pero ¿qué es lo que merece ser cuestionado? A estos nuevos apóstoles del sistema de poder concentrado, hoy desnudado a lo largo del llamado primer mundo, que parece hundirse en las propias miserias, que otrora inyectaban en países como el nuestro. Sólo hay que tener memoria. Digo, lo que cuestiono, y lo hago desde mi identificación con el proyecto, nacional, popular y soberano iniciado en Mayo de 2003, es la hipocresía, el cinismo y la mala leche desde la cual construyen sus relatos. En los cuales, insultan nuestra inteligencia al pretender que creamos que son periodistas independientes y que hablan desde el mismo lugar que cuando escribían o comunicaban apoyar la lucha de la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Hoy resulta que para estos patéticos personajes esas mismas Madres y Abuelas son tontas que han sido compradas, cooptadas, extorsionadas por este gobierno.
Lo que también cuestiono, es que estos mismos notables (en el sentido tinellista del término) periodistas y comunicadores que se llaman a sí mismos independientes, con la misma y criticable hipocresía, cinismo y mala leche han llamado “ley de medios K” a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que ha sido elogiada y tomada como ejemplo por organismos y países, que ellos mismos citan como modelos cuando conviene a los designios e intereses de quien les paga el sueldo, para el que aportamos todos los argentinos que consumimos productos de las empresas que publicitan en sus programas.
Pero ellos, en el fondo de sus cómplices conciencias, saben que no tienen retorno. Porque hoy el país es otro. Ya no somos esa sociedad desmemoriada, que olvidamos a quienes han contribuido a nuestro sometimiento. Por eso insultan desde esas manchadas páginas, pantallas y micrófonos.
Porque hace rato ya, que creemos en nuestros “…propios ojos…”
Daniel Mojica
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